Una de las claves básicas de una manicura correctamente ejecutada es saber cómo aplicar correctamente un esmalte. De ello va a depender la duración del mismo y por tanto el grado de satisfacción del cliente. Pero algo que parece tan obvio esconde sus secretos. Así que hoy vamos a desvelaros lo indispensable para que el esmalte ya no tenga ningún secreto para vosotras.

Preparación de la uña

Este punto es clave para poder aplicar el esmalte correctamente. Si la cutícula no está correctamente empujada y la superficie de la uña completamente limpia tendremos dificultades a la hora de la aplicación. Para ello podemos utilizar un empujador metálico o un palito de naranjo previa aplicación de un producto emoliente que tendrá como finalidad ablandar la cutícula y el eponychium para su fácil retirada. Una vez efectuada esta operación es importante retirar todo tipo de impurezas, polvo y restos grasos de la superficie de la uña. Utilizaremos un algodón impregnado con un cleanser o limpiador antes de aplicar la capa de base previa al color.

 

 

Aplicación de la capa base

La capa base o esmalte «base coat» tiene varias funciones: preservar la uña, conseguir que el esmalte de color se adhiera mejor a la uña y dure más tiempo, tratar la uña si esta es demasiado blanda, está deshidratada o se abre en capas… Existen en el mercado una amplia gama de bases en función de las necesidades de cada tipo de uña. Es importante un correcto diagnóstico de la uña y saber qué tipo de base es la más adecuada en cada caso. Es preciso aplicarla con tanta precisión  y cuidado como si de un esmalte rojo se tratara, allá donde llega la base llegará el color. Debemos cubrir el 100% de la superficie libre sin tocar la zona del eponychium, delimitar bien los bordes y sellar correctamente el borde libre.

El color

Por regla general se aplica siempre en 2 capas. Esto permite que el color tome toda su profundidad y cuerpo. No debemos olvidarnos de agitar bien el bote para que los pigmentos y solventes se mezclen correctamente, sobre todo si el esmalte no se ha utilizado durante un tiempo. Con un poco de entrenamiento aprenderemos a tomar la cantidad correcta de esmalte en el pincel y aplicarlo en 3 ó 4 pasadas sellando bien el borde libre. Es mejor ir despacio para no tener que hacer retoques ni tocar los bordes pero sí aproximándose al máximo. Dejaremos secar cada capa al menos un par de minutos antes de aplicar la siguiente. Podemos acelerar el secado con un ventilador o secador de uñas. Este punto es clave para no llevarse sorpresas desagradables ya que los esmaltes se secan por evaporación de las moléculas de los solventes que lo componen. Si no les damos el tiempo de secado a cada capa no vale de nada que nos pongamos debajo del ventilador después de haber aplicado el brillo.

 

El top coat

Y llegamos a la última capa o top coat. Etapa también indispensable si queremos proporcionar larga vida a nuestro esmalte. Esta capa ayuda a sellar el color, darle más brillo, protegerlo y en definitiva que dure más tiempo sobre la uña. Existen también varios tipos de top coats: de brillo extremo, de secado rápido y ultra rápido, mates, 3 en 1, con efectos…etc. Yo recomiendo que si aplicamos una base de secado rápido se aplique unos días después otra de brillo para alargar la duración de la manicura. Ultra-importante es recubrir completamente el 100% de la superficie de la uña sin tocar los bordes pero sí sellando bien el borde libre.

 

Si respetamos estas consignas básicas podremos realizar un esmaltado de calidad que nos dure al menos una semana, a veces mucho más cuando las uñas están en perfecto estado y se eligen los productos adecuados. Así que ahora…¡a practicar!